La misión del Arte es el conocimiento de la verdad humana

Os invito a que no creáis una palabra de todo lo que no pueda demostrar.

Me siento un farsante. Sinceramente, ¡creo que toda mi vida es una gran mentira!

La falta de medios, permisos y equipo, impide que ejecute mis acciones tal y como las concibo.

Me inspira luchar con integridad y dignidad, por un Arte capaz de crear Acciones de Compromiso Social.

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Borges, memoria del tiempo

Mi querido padre ayudándome a desguardar prensa y revistas
-Qué curioso, Borges, parece que habláramos permanentemente a través de la memoria. Nuestro diálogo a veces me hace pensar en un diálogo de dos memorias.

-Es que de hecho lo es; ya que, si algo somos... nuestro pasado ¿qué es? Nuestro pasado no es lo que puede registrarse en una biografía, o lo que pueden suministrar los periódicos. Nuestro pasado es nuestra memoria. Y esa memoria puede ser una memoria latente, o errónea, pero no importa: ahí está, ¿no? Puede mentir, pero esa mentira, entonces, ya es parte de la memoria; es parte de nosotros.

En diálogo I: libro escrito por Jorge Luis Borges y Osvaldo Ferrari.

Si hay palabras claves en la historia de la humanidad, una, sin lugar a dudas, es ésta. Algo que caracteriza esta especie es, precisamente, nuestra indiferencia ante semejante concepto. No importa el tiempo que pase, ni la relevancia del suceso, ni tan siquiera, que nuestra supervivencia dependa de ello. Da igual. Pase lo que pase, nuestro sino seguirá estando supeditado a la nefasta gestión de recursos que tan díscolamente prodigamos.

Un pueblo sin memoria no es nada. Si no recordamos nuestro pasado estamos condenados  a repetirlo. La esencia de esta idea me persigue desde siempre. Mis atrapamientos surgieron por la necesidad de capturar ese instante que jamás se repite. 

Guardaba en mi Estudio miles de revistas y prensa. Lo hacía por desafiar su fatal desenlace: sucumbir en el olvido. No dejaba de ser algo utópico y ridículo. Me hacía sentir que, en cierta medida, podía controlar el devenir de tanta imagen, de tantos datos, de tanto receptor ávido de información.

Como todo en la vida, llegó su fin. Desguardar tal flujo de bits, me produjo gran desazón. No pude encontrar mejor consuelo para tan ingrato menester, que recurrir a 3 generaciones distintas: padre, hijo y sobrino.

"Somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos". Borges

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