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Reactancias atrapadas |
Hace ya una porrada de años, en el Estudio Escuela, tenía en el techo colgando unas barras de luz. En aquellos tiempos, las reactancias metían un apreciable ruido en forma de zumbido. Siempre me ha gustado que el tiempo deambule impertérrito a mi vera, de forma natural. Los ostentosos llamamientos artificiales como el: tic-tac del reloj, ciertos chirridos o el ronroneo de las reactancias, tienden a incomodarme. Por tal motivo, las extraje de los aparatos de luz y las encarcelé en unas cajas de madera maciza con aislamiento acústico en su interior. Posteriormente, añadí unos metros de cableado y las puse en otra habitación. Aunque ésta acción, aparentemente suena a tontería supina, pienso que encierra una clara teoría acerca del caos. Me produce inquietud, esa matemática perdida que irrumpe descontroladamente cuando menos lo esperamos. Orden y concierto, desorden y anarquía. Todo tiene su razón de ser. Debemos ser cautos. En nosotros, está la opción de elegir, qué elementos nos aportan energía, y cuáles nos alejan innecesariamente de nuestras coordenadas de quietud.
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