El tiempo, no es una idea ni un objeto para ser observado, sino un concepto para ser pensado. Un producto derivado y sólo comprendido, desde la individual perspectiva de la conciencia de uno mismo. El tiempo es tal como lo pensamos. El tiempo en sí mismo no existe. Somos hijos de la eternidad.
Avanzamos inexorablemente hacia la nada. Todo queda atrás, memoria, recuerdos. No somos conscientes de que vivimos en un eterno presente, anclados en la absoluta atemporalidad. Cada paso que damos, nos acerca más, a -no ser-. Y… ¿qué significa no ser? Esto nos aterra. Es el silencio total. ¿De qué nos sirve el mundo si ya no somos conscientes de él? Un par de veces he experimentado quedarme en blanco. No ser, no pensar, no sentir. Nada. Sientes un vacío tal, que te resulta imposible captar lo que sería de nosotros no siendo.
Nuestra consciencia, de forma imperceptible pero con total firmeza, graba en la memoria el convencimiento de que cada instante que vivimos, nunca jamás lo vamos a volver a vivir. Cuando unes esos momentos irrecuperables de tu pasado, sientes vértigo porque te das cuenta, que ya no existen. Estas tú sólo ante el abismo de lo desconocido. Esa sensación de suelo firme que creíamos pisar, se disipa ante la incertidumbre del futuro que nos acecha. ¡Qué será de nosotros, de nuestra familia, de nuestros hijos! Toda la vida partiéndonos el alma por intentar ser algo y, cuando te paras a pensar, descubres que no eres nada. Y si por el contrario, no piensas, vives la inconsciencia de este sueño de vida tan efímero e irreal.
Ante tales desconciertos, no me siento con fuerzas para comprender mi intrincado entendimiento. Tal vez, mi instinto y hambre de saber, me indiquen el camino. Julian Schnabel dijo:
“No lo sé, también yo camino en la oscuridad...”.
Creo que mi necesidad vital, está en huir de lo que me atrapa e intentar ser hijo del Caos. Cada vez siento con mayor fuerza el impulso salvaje de no ser de determinada forma, de no pensar. Sólo actuar. Crear sin leyes, con la libertad que impone quien no tiene que rendir cuentas a nada ni a nadie. Tengo que lograr salir de mi tiempo, escapar de mi mismo.
Recuerdo, cuando era muy niño y le decía a mi padre: “Papá, papabe faquico pa mi” “Papá, cuando se acabe el frasquico, para mi”. A lo largo de mi vida, he ido guardando todo. Parece, como si no quisiera o no pudiera vivir despegándome de la realidad ya pasada. Creo que mi intelecto es un error de dimensiones desproporcionadas. No tengo más que una escapatoria, debo liberarme de mis atrapamientos. ¿Cómo? Intentando vaciar mi espíritu de sentimientos y emociones. Dejar sólo aquello imprescindible que me permita no romper el equilibrio. Desatrapar mi tiempo vivido, convertirlo en creación de contenido, de forma y de color. Gritar sin piedad ante el lienzo en blanco y escupir mi vida en él, como si fuera mi último aliento de existencia.
wow
ResponderEliminarprofundas palabras, en ciertas, coinsido contigo
buenas letras
saludos
Brenda Ladurie
Gracias Brenda
ResponderEliminarEs un lujo saber que mis palabras se escuchan al otro lado del mundo
saludos