Tengo el honor y el privilegio de conocer a Juan, hace veintitantos años. Una persona extremadamente prudente, amable y, sobre todo, entrañable. A la mayoría de gente le gusta el cine. A muchos, ver una buena película le supone un inmenso placer. En mi caso, me temo, voy más lejos. Ya no se trata de que me apasione o sea un motor de mi vida. La clave para comprender al ser humano es la empatía. El mundo de la interpretación, en concreto, te permite ponerte en la piel de este vasto espectro de especímenes que poblamos el planeta. Cuando me sumerjo en la trama, vivo mi otra realidad: la de la ensoñación. Necesito sentir, que, al menos por un instante, por mis venas fluye la esperanza de alcanzar mis quiméricas metas. Por esta razón, una buena historia contada en imágenes es mi ADN. Cuento esto, para magnificar el respeto que me infunde, una mente sensible, culta y quirúrgica como la de Juan. Mi eterno agradecimiento por acercarnos con tu mirada la magia de este mundo donde los sueños se hacen realidad.
Transcripción del vídeochat Diario de Navarra 3 marzo 2005
Un Sociólogo le pregunta a Juan: ¿Piensa que a la mayoría de la gente le
interesa el arte como vía de expresión, modo de vida, ... o más bien se está
convirtiendo en una forma de ocio: arte decorativo, cine como pasatiempo,
literatura de usar y tirar....?
A la hora de hablar de arte existe una
deriva común de pensar básicamente en las tradicionales bellas artes, es decir,
pintura, escultura y arquitectura. En ese sentido, creo que el arte
contemporáneo entendido como una aplicación plástica actual, prácticamente se
ha quedado sin público. Entre comisarios, críticos y artistas hemos conseguido
quedarnos solos. Pero no entiendo que el arte se deba a unas herramientas
concretas, ni siquiera a unas formulaciones o unos lenguajes determinados. Creo
que cada tiempo es capaz de generar nuevos instrumentos de expresión y son
estos instrumentos de expresión los que, vistos a través de la historia, nos
dan las pautas de cada época. Por ejemplo, hasta bien entrados los años 40 o
50, el cine no era considerado ni siquiera arte. Si ahora lo entendemos como
una manifestación artística y observamos que la práctica totalidad de la
sociedad es consumidora habitual de las formas cinematográficas, no podríamos
hablar de crisis de lenguajes artísticos.
Por otra parte, muchos artistas, que
emanan de las formaciones tradicionales, llevan años trabajando en el campo de
lo audiovisual y en buena medida, en el cine convergen manifestaciones de otras
artes: la música, la plástica, la arquitectura...
En cuanto al tema de fondo que planteas,
está implícito en toda manifestación artística y es la deriva hacia lo
decorativo, la mezcla entre seducción plástica y reflexión estética es un
equilibrio difícil de encontrar. Muchas veces depende más de quien lo mira que
de quien lo hace. Y por supuesto, son la formación, la información y la
sensibilidad los medios para leer correctamente estos productos.
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