Una pareja de ratones en su grandiosa morada |
Aún diría más: fumar no
solo es bueno, debería estar obligado por la Constitución. A tenor de la pasión
con la que el Estado nos protege, no fumar debiera estar totalmente prohibido.
No nos engañemos. ¿Cómo diantre va a ser malo? ¿¡Estáis tontos!? ¿Para qué demonios
os pensáis que tenemos de ángel de la guarda a nuestro: Incorruptible
Sistema Sanitario, salvaguardando con celo y rigor nuestra salud?
¿No es acaso LA SALUD el
bien más preciado? Hay que estar francamente perturbado para sospechar,
siquiera por un instante, que nuestro ministro de sanidad iba a permitir
envenenamientos masivos. ¡Por amor de Dios! ¿Estáis locos o qué? Nadie en su
sano juicio permitiría semejante insensatez. ¡Sería demencial! Si eso
ocurriera, la Ley estaría en la obligación de juzgar por genocidio a todos sus
responsables.
El tema es de extrema
gravedad. No hablamos de cientos o de miles de vidas humanas -lo cual, ya de
por sí, es absolutamente descabellado-. Según los datos que se saca del
sombrero la Organización
Mundial de la Salud, el tabaco es la primera causa de invalidez y muerte
prematura del mundo. ¡Qué sandez! Dicen, que sólo en Europa, el tabaquismo
provoca al año 1,2 millones de muertes. ¡Qué majaderos! Se les va la olla cosa
mala. Prosiguen, achacando escalofriantes porcentajes de victimas al
cáncer y demás zarandajas.
¡Seamos sensatos, por
favor! Obviemos esta alucinante sarta de mentiras. Como
comprenderéis, todo es una patraña; una puñetera mentira. Aquí, la única
verdad, es que hay un montón de retrasados mentales que tienen envidia de
las
TODO
PODEROSAS MULTINACIONALES TABACALERAS.
Eso es todo.
Tristemente, hay
demasiados 'no pensantes' por el mundo. Podrían esforzarse un poco en procesar con simple lógica. Es del todo inconcebible que la humanidad permita que se
perpetre tal atrocidad. ¿Acaso es tan difícil de entender? Por lo tanto, si el
conjunto de insignes mentes íntegras y diligentes que nos gobiernan; la Ley y
la Justicia que democráticamente hemos elegido; nuestra sociedad repleta de
cordura; y, cada uno de nosotros en su libre albedrío como personas
inteligentes y con sentido común, permitimos esto, sólo puede ser debido a que
nos lo merecemos. No hay análisis posible que eche por tierra esta teoría. De
otra manera, si no, estaríamos proclamando que la raza humana es tonta del
culo o algo mucho peor.
Para concluir mi alegato sobre este inofensivo hábito, confesaré que mi querido padre murió
gracias al tabaco. Por ello, no puedo dejar de estar agradecido a todo aquel
que promulga tan saludable costumbre. Cuando, con pasmosa naturalidad,
somos capaces de convertir los derechos humanos en un hediondo estercolero, a uno,
sinceramente, sólo le queda el consuelo de morir cuanto antes; de esta guisa, al menos, dejamos de contribuir en tan pingüe negocio.
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