Reparando el tejadico de una vecina

Cómo la mano derecha sí sabe lo que hace la izquierda

En muchas ocasiones, ofrecer ayuda resulta bastante fácil. Lo complicado, es cuando compruebas que tú mismo te has metido en un tinglado. Cuando tu perfeccionista forma de trabajar, va a provocar que en vez de una o dos horas, acabes metiendo bastante más tiempo. No obstante, nunca me arrepiento por dar más de lo que esperan de mí. En situaciones así, es donde se ve el talante con el que uno está forjado. Si trabajas para otra persona gratis y te están diciendo que no pierdas más tiempo, que ya vale con lo que has hecho, es cuando de verdad aprendes a dar lo mejor de ti. Es bonito creer que, tal vez en otro tiempo y en otro lugar, algún día otra persona hará algo por ti con el mismo entusiasmo y pasión. Por eso, pienso que no tienen mérito mis ayudas. El mundo está plagado de gente buena dispuesta a darse a los demás. Todo se reduce a una simple cuestión: pasar a la acción.  

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