Me flipo solo, al ver cómo funciona el mundo del diseño. Seamos claros: hay diseños absolutamente geniales; otros en cambio, claman justicia. El ejemplo que muestro, cumple deficiéntemente sus expectativas aunque no es excesivamente demencial. Es muy estrecho. En cuanto se juntan cuatro pétalos, una pinza, unas pelusas, en definitiva: un poco de basura, se ciega. Consecuencias: el agua no entiende de diseño y se busca la vida causando filtraciones. Observen las fotos y vean la diferencia.
Me parece alarmántemente peligroso que, en demasiadas ocasiones, los diseñadores vivan por completo ajenos al mundo donde sus trabajos han de cobrar vida. Por ejemplo, suelo acordarme mucho, de los sufridos currelas del servicio público de transporte. Los lumbreras de turno, dibujan a los chóferes, unas rotondas donde los pobres se las ven y se las desean con los autobuses de doble largura. Un día, voy a tomarme la molestia de hacer una lista con tales desaguisados. Estamos en una sociedad celofanística, donde prima más la envoltura que el contenido. Muchos, no quieren ser conscientes, de que todo influye para que nuestra plasticidad mental nos haga evolucionar. !Así nos va!
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