John Otazu

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¿Quién soy?

 Un peón del arte total. 

Un diseñador de ideas.

Un alienígena exiliado.

Por mis venas corre sangre del insigne tenor, 

Julián Gayarre 

y, del reputado escultor, 

Fructuoso Orduna.

De Gayarre, he heredado su afán de superación. 

Orduna, me ha legado su pasión por la forma y el espacio y, 

un sentido del tacto crucial para sentir visceral y auténtica pulsión de vida.     

Cuando tenemos que responder la cuestión de ¿quiénes somos?, pienso que, en primer lugar, debiéramos reflexionar sobre qué significa: 'ser'. Si hoy tenemos la suerte de poder decir 'somos', es exclusivamente gracias a que alguien nos ha hecho. Parece una perogrullada, pero no lo es. Somos muy egoístas. Enseguida olvidamos a quiénes le debemos la vida. Yo estoy aquí, gracias a la conjunción de dos personas de extraordinaria belleza espiritual. Mi padre: un honrado labrador y, posteriormente, un pequeño empresario que dio todo por el bien de su familia; y, mi madre: una mujer abnegada, bondadosa y luchadora como pocas hay en este mundo. 

He tenido la inmensa fortuna, de haber sido educado con amor dentro de una maravillosa escala de valores. Tanto por mis padres, como por mis hermanos, sobrinos y familia próxima. Dicho esto, no tiene demasiado mérito que haya llegado a ser lo que soy; casi todo se lo debo a mis seres queridos. 

Tendemos a ser un fiel reflejo de aquellos con quienes compartimos nuestros más íntimos retazos de existencia. Mi necesidad por ayudar a los demás e intentar ser buena persona, se lo debo a ellos. Si no fuera por su paciencia y comprensión, probablemente, no hubiera tenido tanta libertad para pensar y actuar. 

¿Quién soy? Soy un individuo en contínuo estado de alerta. Siempre receptivo y hambriento de conocimiento. Esto me ha llevado por unos derroteros realmente variopintos. En primer lugar, soy un pensador; luego, diría que un: soñador, performancero, pintor, escultor, escritor, diseñador, atrapador de imágenes y un sin fin de todo aquello que transmite sensibilidad, genera emoción y nos acerca a ponernos en la piel de los demás. Sin estas simples pautas, me temo que la evolución del ser humano no es posible. Sin empatía, jamás podremos comprendernos los unos a los otros y, así, definitivamente, la magia del arte sucumbirá ante la necedad e insensatez de los descerebrados. 

Sólo me atrevo a aventurar que, sencillamente, soy un leve parpadeo del caos. Lucho a vida y muerte por comprender los enigmas de la vida. De ellos, he conseguido extraer mi razón de vivir. Y, dejadme que os diga: eso, en estos mundos de oscuridad, es decir mucho.

En conclusión: ser descendiente de tan ilustre estirpe, no me ha ayudado nada. Aquí, en mi propia tierra, casi todos 'me toman por el pito del sereno'. Soy el hazmerreír del mundo cultural. No hay más que ver, cómo se desviven los gerifaltes del arte por mis huesos. Esa eterna incomprensión que nos atrapa a muchos de los que trabajamos en esto, no deja de ser una brillante oportunidad para reafirmarnos en nuestra evolución creadora.

Fotos: Gayarre y Orduna
Fotos: infancia John