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Concurso pintura Taconera 10º edición 3.6.2007 Villar López/EFE |
Tras mucho meditar, las Musas aquel día me
llevaron por un delicado derrotero: ser auténtico con todas sus consecuencias.
Podéis imaginaros lo complicado que es tomar semejante decisión. Tal y
como se ve en la foto, la obra que decidí presentar a concurso fue: mi propia
persona.
El jurado no captó la esencia de mi mensaje y, por lo tanto, no estimó oportuno
que mi trabajo pasara a la segunda ronda. Cuando te enfrentas ante alguien que
tiene la osadía de romper los rígidos estamentos del arte, no caben las medias
tintas. ¡Hay que mojarse! No resulta nada fácil plantarse indefenso ante la
despiadada mirada de la sociedad. Considero, que debieran haberse arriesgado a
dar una pincelada de singularidad aceptando mi reto. Unas gotas de
nitroglicerina, vienen bien de vez en cuando para desestabilizar nuestras
adocenadas neuronas.
Se nos cae la baba con los insurrectos
creadores 'divinos de la muerte' que vienen de fuera, mientras
los de aquí somos ignorados. ¡Qué pena! Por mis venas corre sangre del
insigne tenor Julión Gayarre y del reputado escultor Fructuoso
Orduna. Está claro, que ser su descendiente no me ha ayudado. Aquí,
en mi propia tierra, casi todos 'me toman por el pito del sereno'. Esa
eterna incomprensión que nos atrapa a muchos de los que trabajamos en arte,
no deja de ser una brillante oportunidad para reafirmarnos en nuestra evolución
creadora.
La obra, no planteaba el saber quién era o
dejaba de ser el interfecto. Obviamente, iba mucho más allá. Iba de un ser humano
anónimo, con la valentía de exponerse ante todos con la más dramática de
las preguntas: ¿Quién soy? Los enigmas de la vida, sólo
podrán ser descubiertos si nos los cuestionamos con humildad, atrevimiento y
dejando de ser unos mojigatos. ¿De dónde vengo? ¿Hacia dónde voy?
Mi obra, simbolizaba que no hay nada más
importante para la evolución de esta especie, que la comprensión del sencillo
concepto de libertad. Para comprender mi trabajo, sólo se precisaba aplicar un
poco de EMPATÍA.
En el aire se respiraba una pregunta: ¿y
si lo seleccionan para la exposición? Por estrictas reglas del concurso, las
obras son directamente guardadas en un almacén. La gente estaba expectante ante
tal disyuntiva. Muchos se preguntaban: ¿se atreverá la organización a llegar
hasta el final? ¿Cumplirá el artista tan arriesgado desafío? Lo rompedor, era
afrontar con agallas el inusitado reto. Lo que pasara o dejara de pasar luego
en el almacén, a mi juicio, era lo de menos. Aunque, a decir verdad, muy pocos
sabían realmente con quien se la estaban jugando. De ser seleccionado, con toda
la naturalidad del mundo hubiera acatado el desenlace sin titubear. ¡Hasta ahí
podíamos llegar! El arte es para mí, el último atisbo de esperanza que le queda
a esta raza. Antes la muerte, que faltar a mi integridad.
Algunas miradas inquisidoras observaban
atentamente al interfecto. Puede que algún día confiesen, que la mirada planteada
por aquel humilde peón del arte, merecía haber sido tomada en cuenta. Sabían
bien, que tal acto, podía ser un revulsivo de impredecibles consecuencias. La
perentoria necesidad de un respetado jurado, obliga a tener personalidad
propia. No se puede sucumbir ante la paupérrima influencia de un pueblo llano
que, manifiestamente desinformado, pretende aleccionar a los profesionales. Por
deformación existencial, quiero y respeto a todo el mundo, pero, ¡por favor!
cada cosa en su sitio. Es curioso, no conozco a ningún fontanero que opere del
corazón ni a ningún cirujano que se dedique a desatrancar desagües. Sin
embargo, todo el mundo se cree cualificado para opinar sobre arte. ¡Es
demencial!
Lo que de verdad necesita este
encorsetado mundo de creación, tan lastrado de prejuicios por los grandes
marionetadores de arte, es ROMPER LÍMITES. Si ese día, hubieran seleccionado la mencionada obra (obviamente, junto con el cuerpo del delito), y la hubieran trasladado junto con las otras al almacén, desde estas líneas proclamaría públicamente mi grito de esperanza ante esa simple y genuina
pulsación creativa. ¡Qué triste que eso no pasara!
El concepto Pintura, al igual que las demás
disciplinas, atesora el valor del mensaje muy por encima de la simple
fisicidad. Éste, muchas veces está veladamente oculto. Para descubrirlo, solo
precisamos abrir nuestro espíritu a nuevas formas de ver las cosas. A la gente
que se cierra en banda a nuevos conceptos, quiero transmitirles mi esperanza de
cambio. Es la única forma de evolucionar nuestra percepción de la
existencia.
Esta idea, se asemeja a los que se quejan
cuando llueve. Lo dicen automáticamente, de forma inconsciente. No se dan cuenta
de la barbaridad que están diciendo. Sin agua no somos nada. Muerte total. Os
invito a cambiar el chip. Alegrémonos cada vez que la vida nos regala su
más preciado bien. Salgamos a pasear tras la lluvia y embriaguémonos de ese
inimitable olor a tierra mojada. Cuanto antes aprendamos a valorar estos pequeños
momentos, mejor comprenderemos la razón que impulsa a esas personas que
necesitan ver la vida con OTRA MIRADA. Igual así, entenderíamos un
poquitin mejor a tipos como el de la foto.
Las mejores fotos del lunes 4/6/2007 20 Minutos.es
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